sábado, 23 de julio de 2011
XXIII
Provocando un desenlace,
mil veces inquietante, en
el tintero ya seco de tanto
usar su savia para obsequiarte
mi alma, desperté sobresaltada
con un nudo en la garganta,
jadeando, cansada, proveniente
quizá del mismo averno.
Con la angustia a cuestas
al no encontrar tu mano, caí
en un abismo oscuro y eterno.
Mirando hacia el fondo,
vertiginosamente sin encontrar
el remanso de paz y de luz
que me brinda tu mirada,
aquella que supe
distinguir aún en la distancia,
como la estrella lejana que ha
resguardado mis esperanzas.
No todos los finales son felices
pero por hoy, basta que vire
mi rostro para encontrarte
reposando tranquilo.
Todo ha sido un mal sueño...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario