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domingo, 26 de diciembre de 2010

EVOCACIÓN

Si lo has olvidado, te recuerdo
quien fui; hablar en pasado 
carece de sentido, pero algo
habrá de quedar de aquello
que amaste, de lo que tanto
valoraste, un poquito, algo.


Fui la flor, que de a poco
se abrió tímida para conocer
lo que es el calor del sol,
fui el suspiro que se escapó
del alma del poeta enamorado
aquel que desangró su pluma
en versos para su amada.


El ave, que buscando horizontes
cálidos, emigro desplegando
la belleza de sus tiernas alas.
La manita dulce de la pequeña
que señala las figuras que las 
nubes hacen en el cielo.


La fuente inagotable de los 
deseos, donde reposan las
monedas, esperando su turno
para cumplir los anhelos.


El arco iris, ese que contiene
todos los colores, aquel
que después de la tormenta
ilumina y atraviesa el firmamento.
Por si lo has olvidado, mira 
en tu corazón, ahí encontrarás
lo que fui...la mujer que soy.

jueves, 16 de diciembre de 2010

UN CUENTO ANTIGUO

Prologo


Hace muchos años, escribí un cuento, estaba en la escuela, en el bachillerato para ser exacta, debí tener un poquito más de 16 años, época en la que pensaba que era de otro planeta, 1994...y lo sigo pensando. El caso es que mi cuento fue bien calificado por la maestra de literatura, supongo que fue porque pocos o nadie más se tomo el tiempo de hacer algo más de una hoja, lo redacté en un cuaderno pequeño, en cuya pasta había una pareja de niñitos muy lindos, vestidos de manera antigua, fueron bastantes hojas, es que eran hojas chicas. Después lo transcribí en una de esas máquinas de escribir, donde te lastimabas los dedos horriblemente, si dabas mal el teclazo, y no se diga si te equivocabas, echabas a perder toda la bendita hoja, y aunque no eran perfectos mis escritos, me ayudó bastante el hecho de haber tomado gustosa y obligatoriamente tres años consecutivos de mecanografía en la secundaria. Voy a intentar, reescribir aquí y ahora aquel cuento, con lo que recuerdo, con menos faltas de ortografía...con lo que en esencia es. 
Hoy que es un día difícil, como hace mucho no me sucedía, hoy que nada parece que pueda ir bien, hoy... que me hace falta un ángel.


ÁNGEL


La historia que ha continuación voy a relatar, como puede ser verídica, puede ser una gran mentira; sin embargo deseo que obsequie una grata enseñanza. No se sabe con exactitud cuando sucedió, como podría ser un siglo, pudiese estar sucediendo en este preciso momento.
Existe un lugar, más allá de las nubes, a una distancia infinita, un hermoso reino, donde el rencor, la avaricia, no tienen cabida, ese lugar al que me refiero es el mágico mundo de los sueños, donde habitan los ángeles, es la antesala para ingresar al reino de Dios.
En la casa de los ángeles, hay muchos seres, pero en especial voy a referirme a uno de ellos, su nombre es Ángel. Él al darse cuenta de los problemas existentes en la tierra, decidió bajar en su forma humana (me gustaría señalar que los ángeles son una especie de vapor que se encuentran a nuestro alrededor, pero sin sentir lo que nosotros percibimos, en cambio Ángel, al ser humano iba a sentirse exactamente como cualquier persona). Al pisar por primera vez la tierra, él sintió una especie de vértigo, el país al que llegó no tiene importancia. Era para él, muy triste pensar que un mundo tan lindo, estuviera siendo destruido por sus propios habitantes, todo por los resentimientos entre los hombres, estaba muy interesado en aprender de los sentimientos y debilidades de los humanos, la primera persona con la que tuvo contacto fue un anciano:
-Buenos días-
-Buenos días hijo, ¿eres nuevo por aquí?-
-Si, en realidad soy una especie de forastero, vengo de lejos, muy lejos-
-No es necesario que me digas de donde vienes, tienes familia por aquí-
-No, como ya le dije soy un fuereño, no conozco a nadie, la primera persona con la que he hablado es Usted-
-Debes estar cansado, acompáñame a mi casa, para tomar una taza de chocolate-
-Una taza de chocolate-
-Si, no me digas que no sabes lo que es. Pero no importa, te va a gustar.-
El anciano cuyo nombre era Faustino, habló sobre su vida, mientras iban a su casa, había sido marino en sus años mozos, pero tuvo la mala suerte de perder una pierna en un accidente, así que no le quedó más que retirarse, luego se dedicó a la carpintería, oficio que le había enseñado su padre.
El hogar del hombre, era realmente pintoresca, típica casita del campo, con un barandal de madera en su color natural, alrededor de ella, había grandes árboles, pululaban vatios patos, gansos y hasta algunas gallinas. Al entrar a la casa se observaban hermosos muebles hechos por anciano.
-¡Que hermosa casa tiene!-
-Gracias muchacho, ¿oye cuál es tu nombre?-
-Ángel-
-Tu nombre va de acuerdo contigo, son pocas las personas que se interesan en un viejo como yo-
-No diga eso, es muy interesante charlar con Usted.-
-No, no toda la gente piensa como tú, yo tengo un hijo, vive en la ciudad, no viene a visitarme porque le aburro terriblemente.-
-Pues su hijo, don Faustino, no sabe que tiene un padre maravilloso, que darían muchas personas seguramente por tener un padre como Usted.-
-No tienes ni media hora de conocerme, y hablas con tal convencimiento, que pareciera que me conoces de mucho tiempo.-
-Tal vez lo conozco, más de lo que cree...-
-Anda...ya pues...vamos a tomar el chocolate.-
El hombre continuó platicando sobre su vida, se había casado muy joven, con una mujer muy linda, pero al nacer su hijo, ella falleció.
Desde ese momento se dedicó en cuerpo y alma al cuidado de su pequeño, al principio era un niño muy cariñoso con él, pero al ir creciendo se convirtió en una persona huraño, y se avergonzaba de su origen humilde, y por ende de su padre.
-¿Cómo pudo ser posible?-
-Pues...ya ves. parece ser que mi hijo aun sigue avergonzándose de mi, de mi humilde oficio.-
-Parece ser que es uno de los problemas de las personas: avergonzarse de donde provienen.-
-No creas, no toda la gente es igual.-
-Si, eso creo. Usted es una buena persona, sin conocerme, me ha abierto las puertas de su casa, creo que deben ser pocos los que confían en un extraño, y le ofrecen su ayuda al que lo requiere.-
-No, no soy nadie especial, sólo es que me has simpatizado.-
-Don Faustino, es momento de retirarme, muchas gracias por conversar conmigo, he aprendido mucho. Por cierto: ¡estaba delicioso el chocolate!-
-Al contrario, Ángel, estaba muy aburrido, casi no hablo con nadie, me gustaría que mi hijo se pareciera cuando menos un poquito a ti, pero eso sería pedir un milagro. Que te vaya bien muchacho.-
Al cabo de unos días, alguien tocaba la puerta de la casa de Faustino:
-Soy yo, Federico.-
-Hijo mío, que gusto me da verte.-
-Si papá, de pronto me he dado cuenta  de que te necesito y te he tenido muy abandonado, espero me perdones por mi soberbia, eres lo más importante que tengo en la vida.-
-¡Dios mío! Se ha hecho el milagro...¿sería un verdadero ángel?.-
-¿De qué hablas padre?-
-Nada mijo, nada...-
Mientras tanto Ángel, con una alegría inmensa en su corazón celeste, por haber logrado realizar su primera obra buena, usando la capacidad divina y su porte de humano, ya que hizo que Federico se diera cuenta que su padre era un ser maravilloso, y el chico empezó a sentirse sumamente orgulloso por su padre, por su lucha constante, por no dejarse vencer por la muerte de su madre, ni por la perdida de su extremidad.
-Buenas noches.-
-Buenas.-
-Disculpe señora, me podría regalar un vaso con agua.-
-Junto a la llave hay un vaso, toma la que quieras.-
-Gracias.-
-No eres de aquí, verdad?.-
-No, no lo soy.-
-A mí no me gustan los extranjeros, son holgazanes, viven del prójimo.-
-No todos somos así
A ver tú, que es lo que haces, a que te dedicas, ¿cómo te ganas el sustento?-
-Eh...yo...-
-Ya vez, eres igual que todos.-
-Gracias por el agua, ¿podría hacer algo por Usted?-
-No acepto ayuda de desconocidos.-
-¿Por qué es tan desconfiada?-
-Porque todos buscan obtener provecho de los demás.-
-No, no es así. Habemos personas desinteresadas.-
-Creo que eres demasiado joven para saberlo.-
-La experiencia no se basa en los años, sino en los conocimientos adquiridos.-
-Hablas igual que mi hijo Luis.-
-¿En donde se encuentra él?-
-Murió-
-Cuanto lo siento-
-Nadie lo siente como yo, él era la luz de mis ojos, Al verte y escucharte hablar, me lo has recordado, él era un muchacho lleno de vida, alegre, optimista, y tenía mucha fe en las personas, así como tú.-
-¿De que falleció?-
-Murió de tuberculosis, fue una agonía muy larga, él nunca perdió la ilusión, a mí me destrozaba el alma verlo morir cada día un poco más.-
-Ahora comprendo la tristeza que hay en Usted.-
-No sé por qué te cuento todo esto. Ni siquiera sé tu nombre.-
-Soy Ángel, quizá le he inspirado un poco de confianza.-
-He hablado mucho y no he terminado de hacer la cena.-
-¿Tiene Usted más hijos?-
-Si, uno más...-
-Me parece que lo dice de un modo muy despreocupado.-
-Nada me importa desde que murió mijo, no salgo de la casa desde entonces, ni al panteón fui. No me importa ni mi esposo, ni ese muchacho.
-No diga eso por favor, su esposo y su otro hijo están vivos, algo bueno debe haber en ello. Entiendo lo duro de la muerte, de la perdida, pero...-
-Ángel, yo sólo vivo por costumbre.-
-Puedo percibir, que aunque aparentemente tenga esposo e hijo, algo le hace falta, sin embargo es irremediable; fue la voluntad de Dios, llevarse a su hijo, cosas incomprensibles...si lo sé, pero aun en eso existe un sentido, que a los sentidos humanos es imposible de conocer. Si dejamos la soberbia, el coraje, permitimos que El Padre nos transporte en sus brazos, enjuague nuestras lágrimas y cure nuestras heridas, podríamos entender mucho más.-
-Es muy sencillo hablar sin haberlo vivido, mira! ahí viene la mujer que se encarga de los quehaceres.
-Es hora de retirarme, un gusto conocerle, gracias.-
-Adiós.-
Esa misma noche, la mujer tuvo un sueño: vio a su hijo fallecido, caminando entre nubes, y le dijo: Madre, estoy bien, no te dejes morir, enlazate a la vida, porque papá y mi hermanito te necesitan; esto no tiene nada de malo, es un no lugar hermoso. Me ha dado un gusto enorme que platicarás con Ángel, él es un ángel. Ella le contestó: llévame contigo, yo no quiero, no puedo seguir aquí...Aun no es tu tiempo. Posó un beso en su frente y se diluyó.
-Ella despertó sobresaltada, con los ojos rasos de lágrimas, esbozó media sonrisa y dijo:
-¿Con que un ángel?-
Desde esa noche, su actitud empezó a mejorar, sabiendo que su amado niño estaba bien, que en algún momento partiría a donde se encontraba su hijo, y que debía hacerlo sentir orgulloso de la vida que podía llevar.
Nuestro buen amigo, siguió con su senda, sumamente contento, porque había solicitado un permiso especial para que esa madre, pudiera platicar durante el sueño con su amado hijo, porque tenía la certeza que la calidad de vida de esa familia iba a cambiar.
Continuó conociendo personas, que le daban vida a las historias de las que estamos llenos todos. Su tiempo en la tierra, se le terminaba, su última experiencia humana, fue en un poblado sumamente grande, eligió una casa muy lujosa para terminar con su exploración.
-Buen día, señora, ¿me permite pasar?-
-Si, claro, qué es lo que vienes a empeñar?-
-A empeñar? No, yo no vengo a eso-
-Entonces sal de aquí rápido, no me quites el tiempo-
-Disculpe, no deseo molestarla, sólo quiero ver si le puedo ayudar en algo para gáname algo de comer-
-Bien! Barre el frente de la casa-
-Gracias-
-¿Te llamas?
-Ángel-
-Muy bien, yo soy la señora Emilia, toma la escoba y ponte a barrer-
Él inicio a realizar la labor, y salían y entraban de la casa, algunas iban a empeñar algún objeto, otras, intentaban negociar dando un poco de lo que debían, Ángel alcanzó a escuchara dos personas que salían:
-Esa vieja es una ladrona-
-Si, ya lo sé, yo vine hace un mes a que me prestara a cambio de mi reloj, me dio una miseria y ahora dice que me dio más, y no quiere devolverme el reloj-
Esas personas se alejaron sumamente molestas, Ángel terminó de barrer y entró a la casa, la mujer le dijo:
-Ve a la cocina, y dile a la sirvienta que te dé leche y un pan, que lo mando yo-
-Una pregunta, ¿por qué hablan mal de Usted, las personas que salen de aquí?-
-Porque son unos muertos de hambre, malagradecidos, me vienen a empeñar chucherías y quieren que yo les preste más dinero del que valen sus baratijas-
-Alguien dijo que cobra más de lo que les presta-
-Son unos mentirosos, yo sólo cobro lo justo, incluyendo los intereses, pero nada más lo que es, y a todo esto, ¿por qué estás molestando con esas cosas, a ti, qué te importa?-
-Sólo le puedo decir, que de nada sirve ganar el mundo si pierde su alma, adiós, ojala lo pueda entender-
Ángel se dio cuenta que no siempre es posible, ablandar los corazones, que existe en la naturaleza humana tanto la inclinación hacía el bien, como para el mal, que es una cuestión de albedrío, rogó mucho porque esa anciana entendiera lo malo de sus acciones, sin perder la esperanza, supo que era el momento de regresar.
En la vida, se va cargando con mucho equipaje innecesario, con dolores que nosotros mismos generamos, tristezas que si bien tienen razones de existir, también nos muestran que el sol nos ilumina, nos da calor y su bendición. Nada es casualidad, nada ocurre por azar. Quizá un buen ángel esté cerca de ti, estrecha su mano, escucha su corazón antes de que salga de tu presencia.

martes, 7 de diciembre de 2010

END OF THE ROAD

Para volver a empezar
tienes que romper
la vasija donde has
contenido, lo que eres
lo que has sido, y
redescubrir lo que has de ser.
Romper con las ataduras,
con lo que te somete,
dejando los reclamos para
nunca, los eternos por
qués que se revuelven
en el lodo de la indiferencia.
Hay preguntas que nunca
serán contestadas, dolores
que no serán curados.
Fracturas la vasija y sientes
que algo en ti, está ausente
que un boquete te ha sido
abierto en el pecho,
que te han sido robados
tus tesoros más valiosos,
te recuestas sobre tu brazo
flexionando tu piernas,
como cuando eras feliz
en el vientre de tu madre,
debes renacer, lamer
tus heridas, como un
animal que se recupera.
Quieres exorcisar lo que
te lastima, la incomprensión,
lo que se queda con eternos
puntos suspensivos.
Anhelas asirte con todas
tus fuerzas a las palabras anclas
que te dan la pauta de  seguir,
pero son más las que te dicen,
que se ha terminado ese camino.
...¿O no?...



lunes, 6 de diciembre de 2010

SIEMPRE ESTARÁS EN MI CORAZÓN


...Esa fue la frase que selló y a la vez inició su historia de amor, ambos sabían lo complicado de la situación, máxime si se conocieron en los pabellones de enfermos terminales.
Ella, alta, delgada, traslúcida como una hoja de papel cebolla, sus frágiles venas se veían en su transparente faz. Él, jovial, robusto, lleno de vida, la observaba embelesado cada vez que acudía a su tratamiento, el cual la dejaba agotada, él era sólo el guardia del piso donde ella se realizaba sus tratamientos, su tierno corazón no daba para más, y a pesar de su 23 años, la vida se le iba secando, no había donantes, no había nada que hacer. Sólo quedaba intentar sobrellevar la enfermedad y la carga que suponía lo mejor posible.

Fue un día lunes de Abril, en el cual, él se decidió a acercarse, lo hizo de un modo muy sutil: dejándole una rosa roja con una nota en la que plasmo la letra S, y así cada lunes continuaba, hasta completar letra por letra la frase SIEMPRE ESTARÁS EN MI CORAZÓN.
Ella se impacientaba por saber y entender, quién estuvo haciendo eso por semanas y semanas, en las que contra toda expectativa su débil cuerpo se aferraba a la vida, él tomo valor y arriesgándose al verla sola recuperándose del tratamiento de cada lunes, le entregó en su mano la última rosa con la letra N, ella abrió desmesuradamente los ojos y le preguntó: ¿siempre estaré en tu corazón? A lo que él respondió: siempre.
Iniciaron una relación, a conocerse más, a compartir y saborear los pequeños detalles cotidianos que hacen de la vida digna de vivirse, hasta que un día decidieron ir a vivir juntos, la familia de ella, sabía que nada podían hacer contra su voluntad, lo único que querían era que continuara con sus cuidados exhaustivos.
Las visitas al hospital se fueron espaciando por una asombrosa mejoría, él la cuidaba como a la niña de sus ojos, y aunque la vida de pareja se les complicaba, supieron como adaptarse, porque se amaban.
Uno de esos lunes, casi un año después de iniciada su historia, ella no pudo regresar del hospital a la casa, ya que se le detectaron serios problemas aun más severos que habían permanecido agazapados esperando el momento oportuno para empañar su incipiente felicidad; él se encontraba fuera de turno buscando una oportunidad para ingresar a la Universidad, sonó su móvil y sintió vértigo al escuchar que tendrían que retenerla para evaluar su estado real de salud, salió de prisa y se dirigió al hospital…
Mientras tanto ella respiraba con dificultad y de pronto su ritmo cardiaco bajo hasta la nulidad. Dado que las casualidades no existen, pero si los hechos que te marcan para toda la vida, llegó el órgano tan deseado, justo en el momento en el que el murmullo de su corazón se convertía en un suspiro inaudible.
Aun con todo lo maltrecha que se encontraba, resistió la operación, cuando le fue posible recuperarse de la terapia intensiva, aun delicada y convaleciente, lo primero que preguntó fue por él, a lo que le respondieron: él no va a poder venir, ya no.
Sus ojos se cristalizaron, mientras que el recién transplantado órgano latía en su pecho desbocado.
Semanas después pudo estar de pie, y con veinticinco rosas rojas, cada una con una letra adherida de la frase SIEMPRE ESTARÁS EN MI CORAZÓN, se dirigió con toda serenidad al cementerio, donde yacía el hombre que más le había amado, tanto como para dar su humilde corazón en prenda.

domingo, 5 de diciembre de 2010

PER SE

Por si acaso me voy antes de llegar,
si mis lágrimas se evaporan sin
conocer la luz del mundo.
Si la sonrisa sincera se queda encerrada
temblando de miedo a ser ignorada.
Por si el mar seca su inagotable caudal;
si nunca puedo pasear
alegremente con mis pies llenos de arena.
Por si la caricia prometida
se queda varada en algún solitario sueño.
Si el abismo se abre profano,
oscuro y seductor, llamándome;
si el golpe atina con certeza
y el corazón deja de latir.
Por si acaso dejo el eco de mi voz, para ti.

sábado, 4 de diciembre de 2010

LA HIJA DEL VIENTO

- Hija mía, estás suspirando...¿Me dejas contarte un cuento?-
-Pero no soy ninguna niña para que lo hagas madre, mira que he crecido y ya desde hace tiempo, dejé de ser una cria.-
-Recuerda que para una madre, su hija siempre será su niña...-


Había una vez una princesa, noble era su alma, aun más que su estirpe. Ella, según cuenta la antigua leyenda fue nombrada Iraja antes de nacer, ya que profetizaron que su corazón tendría la fuerza del indómito viento. 


Su padre terrenal era un rey poderoso y solitario. Educada con los más grandes cuidados, al faltarle su madre desde el momento de su nacimiento, se volvío el centro de toda la vida no sólo de su padre, sino de todo el reino. Desde su alto palacio, siendo muy joven, entregó su amor a un hombre que vivia en la aldea, justo al pie de la escalera que conducia a los aposentos celestiales de Rong, su padre. Iraja le había escuchado cantar en muchas ocasiones y el viento, su fiel acompañante, le llevaba algo de alegría a su triste y solitaria existencia. 


Bella, si muy bella, pero siempre cubierta por un velo oscuro, nadie debia saber ni por casualidad que una criatura tan hermosa pudiese existir. Ella regalo su corazón, sin que nadie lo supiera, ni su padre, ni el hombre objeto de su afecto, nadie lo sabía. Un amor individual, un amor sin regreso, pero amor al fin y al cabo. 


Un día, sentada en el alfeizar de su ventana que daba hacia la aldea, escuchaba al joven, suspiraba y el viento amigo se acerco y preguntó: 
-¿Qué dolor inunda tu alma, bella Iraja?-.
-Bien lo sabes amigo mio, sólo tú me has contemplado, tú me has traido su maravillosa voz, tú me lo has entregado...Pero conoces quizá mejor que yo, las consecuencias de mi amor, no deseo ocasionarle la muerte,  por la ira de mi padre...no...-
-Iraja, niña mía, ¿sabes de quién te has enamorado? Crees que se trata de un joven gallardo, lleno de vida, de ilusiones...-
-Hermosa, es la voz que yo te he traido, pero es la voz de un hombre cansado, sin belleza, de un hombre que canta cada vez que se siente triste, que llena de júbilo tus días... Sin embargo, creo que te has hecho una idea equivocada con respecto a él... Iraja, sorprendida ante la aclaración de su amigo, toco su corazón y anhelante respondío: 
-No, amigo, yo sé quien es, mi corazón lo reconocío, sólo lo dije porque debía darte una respuesta apropiada de la hija de un rey, ahora te brindo la respuesta de la mujer, de tu hija, la hija del viento, sé quien es, sé como es, por ello lo amo.


Entonces, Iraja, es un soplo de viento se convirtió, acompañando desde ese momento a su verdadero padre, logrando la cercanía con su único amor;  así que cada vez que alguien suspira por un amor, se escucha la hermosa voz de aquel hombre elegido por ella, e Iraja se presenta para soplar sobre el amado o la amada, según sea el caso, para que la fuerza del viento, llegué en un pequeño suspiro formado de amor, ternura y pasión. 


-Ahora si me puedes decir, ¿por quién suspira mi niña?, ¿hasta dónde habrá de ir como mensajera Iraja?-
...

miércoles, 1 de diciembre de 2010

MORFOLOGÍA DE LA ESPERANZA

Desnudas las palabras,
deshojas con la mirada.
La inocente esdrújula
se convierte en grave
porque desconoce su
identidad, se pierde
en los lexemas sin el
gramema que le brinde
personalidad, siendo 
que los gerundios no 
son más que supuestos.
Permanecen condicionadas,
desprovistas de los adverbios
que se vuelven crueles 
tiranos en tus labios mojados.
Entonces se vuelca la 
razón, el corazón,
el alma misma en las 
letras, esperando lo que
se desea, lo que el anden
del tiempo te ha prometido
en sus grafemas sufragáneos
de la mirada que deshoja
cada una de las páginas 
que componen la esperanza.

domingo, 28 de noviembre de 2010

HACER MILAGROS




Hacer milagros...
Eso dijo mi madre, que era la misión que yo tenía en la vida, desde el día que vi la primera luz un frío jueves de otoño. No entendía de donde sacó mi santa madre, tal idea, si, la verdad es que desde que tengo uso de razón, manifestaba ciertas tendencias muy
irregulares si las comparaba con el resto de mis conocidos, que siendo sincero no eran muchos.
Un día, a mis escasos ocho años, cuando iba en tercero de primaria, y mi querida maestra Magaly, nos ponía a cantar canciones hawaianas, y estaba de lo más desafinado, entonando a voz de cuello: 

...Make, tue, tue , tamba Duba, duba Duba, duba Make, tue tue, tamba Duba, duba Duba, duba Ehue, y ehue y ehue y ehue…




Llegó mi madre, sumamente apurada, sofocada, y de la impresión que se llevó la maestra, me dejó inmediatamente partir con ella, no sabía a donde nos dirigíamos, sólo sé, que me llevaba de la mano en vilo, yo pensé que alguna tragedia muy grande había sucedido, por la premura con la que me subió al auto, y sin más arrancó, mientras que yo en mi cabeza de niño, total y completamente orientada al dramatismo, incluso creí que nos habían desalojado de casa de mi abuela, mis tíos que tanto se molestaban porque mamá y yo vivíamos con ella.

Pero no, no se trataba de que mis Tortugas Ninja edición especial, estuvieran rodando por media calle a consecuencia del desalojo, y que Chuyito, mi vecino y acérrimo rival de juegos, que deseaba mis tortugas a morir, se hubiera apoderado de ellas, no, nada que ver con eso. 

Mi madre, me condujo hasta un lugar que me parecía totalmente desconocido, un mirador en el cual podía verse si no toda la ciudad, si la mayor parte de ella. El mirador se llama La Rosa de los Vientos. Aunque era medio día, hacia un calor algo pesado, y con eso que donde vivo sólo existen tres estaciones en el año, es decir, calor, frío y aire, pues sudaba a raudales, mientras que mi madre, tan deschabetada como siempre, me dijo que me quitara la camisa del uniforme, y que sólo me quedara con mi camiseta (obviamente de las Tortugas Ninja), para ver si me aliviaba algo del sofoco que sentía por estar en un lugar algo más alto y además me premió con un juguito sabor guayaba que tanto me gusta. 

El caso es que yo me preguntaba que hacíamos allí, mientras que chupaba del popote mi jugo, y no entendía que tenía yo que ver o hacer, aunque si bien, era cierto que disfrutaba mucho estar con mi madre; y más si ella se la pasaba trabajando, me condujo hasta la orilla, y me dijo:
-Ha llegado el momento de decirte una verdad, pero primero dime: - ¿qué vez mi niño?-
-Mmmm, ¿piedras y tierra?- le contesté yo.
-Mira bien, con detenimiento, observa como yo te he enseñado, ponle los ojos a tu corazón- agregó mi madre.
-Veo…veo casas pequeñitas, árboles, carritos, más piedras, personas...mira allá va un perro- le dije.
-Eso, es, son las personas, con las que convives todos los días, a las que vez pasar sin que les pongas atención y…
-Mamá, dime que verdad me vas a decir- dije impaciente.
-Bueno, sin más rodeos he de decirte, que tu misión en la vida es hacer milagros…
-¿Qué?- dije asombrado, con cara de duda, y recordando que cuando acompañaba a mi abuela a misa de siete de la mañana los domingos, me llamaban mucho la atención las imágenes de un montón de gente, con cara de sufrimiento, otros tantos sangraban, y me daban miedo. Y al preguntarle a mi abuela, que quienes eran, ella contestaba, que eran santos, y que hacía milagros, es decir, cumplen imposibles…

¡Ay por Dios!
Yo un santo de los que hacen milagros, sangran, sufren, y no tienen Tortugas Ninjas ni figuras de acción de los Amos del Universo. ¡Que tragedia! Tendría que darle todos mis más queridos tesoros al Chuyito…para cumplir con uno de los votos que decía mi abuela que hacían esos benditos hombres y mujeres…pobreza.
Regresé a la realidad en el mirador con mi madre, que acababa de develar mi esencia sobrenatural y cuando casi sentía la luz que irradiaba de todo mi cuerpo, escuché la voz de ella diciéndome:

-Es sencillo, espero que para ti lo sea. Cuando te digo que tu misión es hacer milagros, me refiero a que deberás realizar tu máximo esfuerzo para decir la palabra adecuada, sonreír, acompañar, es decir, ser un humano en toda la extensión de la palabra, por eso te traje aquí, para que veas la cantidad enorme de milagros que puedes y podrás realizar, cuantas personas hay allá abajo, así que lograrás: ayudar, dar la mano a quien cae, tolerar, amar…eso es hacer la diferencia, y las diferencias obran los milagros. No es sencillo en muchas de las ocasiones, pero tu naturaleza es hacer y propagar prodigios-. 
Abrí desmesuradamente los ojos, y me sentí totalmente terrenal, por lo cual agradecí infinitamente a todos los santos conocidos y por conocer.  Mi madre me tomó de la mano y me llevó de vuelta al auto, partimos en silencio, yo pensaba, e intentaba acomodar en mi mente infantil tan grande secreto revelado a mí. 
Tantos años después no sólo pienso en ello, ya entiendo que mi propia madre hizo la diferencia al darme a luz siendo tan joven, también intento en la medida de mis humanas posibilidades, realizar los milagros que aquella tarde en el mirador, mi madre me mostró que era factible llevar a cabo.

Por cierto, le regalé una de mis tortugas edición especial a Chuyito.


sábado, 20 de noviembre de 2010

LO QUE SOY

Poseo sólo lo que ves,
sin adornos, sin aderezo de
piedras preciosas alguno,
sin falso fulgor, soy yo.


Un corazón que ama con fervor,
un espíritu contestatario,
que no ha permitido que
la desolación lo aniquile.


Que aun nadando contracorriente
va aprendiendo como no dejarse
llevar por el bravío oleaje
de los dolores y contradicciones.


Una sonrisa dulce e inmejorable
que está presta a iluminarte,
la palabra sincera que nace
de mi alma, que aun amordazada
se ha revelado y ha permanecido
luchando por salir del pantano.


Una mirada castaña custodiada
por largas pestañas que sigue
tus pasos, amando cada detalle,
cada marca, que tú me regalas.


Lo que ves es lo que tengo,
no hay riquezas materiales,
sólo un par de brazos fuertes
para trabajar hombro con hombro.


Te ofrezco un lugar donde los
sueños pueden ser tan tuyos
como lo son míos.
Un paraíso a colores,
donde me retiro a soñarte,
a idolatrarte, a amarte.


Soy la esperanza que no se acaba,
 todos los días desde hace años 
confío que al salir a la puerta
de casa, me encuentre
con tu ojos y tu voz serena
diciéndome: hola...soy yo.

jueves, 18 de noviembre de 2010

FLORES PARA SOFÍA

A Sofía, siempre le gustaron las flores, eso lo inferí desde el día que piso nuestra casa, me llamó poderosamente la atención su juventud, sus ganas de vivir, la capacidad de adaptarse incluso al cuartito tan pequeño que le ofreció mamá, como su nueva vivienda, Todo inicio porque la señora de servicio, que había trabajado por años con nosotros, falleció, lo cual en primera instancia no hizo mucho con respecto a conmover a la familia, sino más bien, en lo que significaba no tener quien realizara las labores domésticas. Ella, Sofía, respondió al requerimiento, que se puso en el periódico:
Se solicita, mujer joven (por aquello de que no muriera pronto), para trabajo en casa, sepa cocinar, quedarse de lunes a sábado, sueldo competitivo (ajá).
Se presentaron varias candidatas, pero a todas mi madre les encontraba un pero, sin embargo con Sofía no tuvo muchas inquietudes, le gustó su modo respetuoso de dirigirse a ella, bajar la mirada ante el señorío que mamá decía tener, ante todo que no era una chica maleada, sólo había trabajado en otra casa, pero sus patrones no pudieron sostener más su estadía con ellos, y claro si por ella hubiera sido, hubiese permanecido con esa familia, hasta que se emparejaran las cosas económicamente, pero prefirieron del modo más amable, decirle que se fuera, que buscara algo para ella, que le diera cuando menos para lo básico.
Así, fueron los hechos, el como Sofía llegó a nuestra familia.
Antes de su llegada, empecé a desarrollar la habilidad de observar, de ver a través de lo aparente, a deleitarme con las cosas sencillas de la vida, y eso, la sencillez, era algo que ella irradiaba, y al decir esto no me refiero a ser común, no, eso no. Es una extraña aura que tienen algunas personas o circunstancias, en las que se encierra tanto, eso, lo que brinda lo adicional, lo maravilloso, eso es lo que ella poseía. Sólo algunos podemos percibirlo, debe ser que a partir de estar postrado tanto tiempo, me es posible ver más allá, dicen que Dios no te da nada que no puedas soportar, creí morir, pero no fue así, aun con la columna hecha polvo, seguí. Mi madre, mi padre, me miraban desde las alturas con cierta tristeza escondida, con reclamo velado, pero no dependía ya de mí, que el movimiento volviera a mis piernas, no; fue un accidente, un mal pase jugando, y ahí quedó mi movilidad, y en apariencia mi futuro, a pesar de la depresión, de lo oscuro, de encontrarme en un socavón, seguí.
Sofía me daba una alternativa distinta en mi sedentaria existencia, mirarla, examinarla, me hacía evocar cosas que sólo en la imaginación de un buen escritor pudiesen existir, campos repletos de girasoles, que se movían al unísono buscando a su amado sol, luna que se une plena y sin prisas en un mar nocturno, la llegué a amar como se ama a un ser supremo, sin esos deseos carnales, que en mi caso de nada me hubiesen servido. Tener privacidad, no era una opción para mí, sin embargo buscaba los momentos en los que podía estar a solas con mis cuadernos, dibujando, escribiendo, la imaginaba como la protagonista de una y mil historias, pero no como una protagonista común, sino como el todo, la circunstancia, los hechos, el paisaje, el aire, todo, todo podía ser Sofía. 
Una de las ocupaciones, que deseo creer que más le gustaban a ella, era salir a pasear conmigo, por aquellos tiempos, teníamos la oportunidad de ir a un parque cercano, y me llevaba a que me diera un poco la luz de la mañana, dos o tres veces por semana; al principio me daba pena, que aquellos que una vez me vieron ir y venir, corriendo, caminando, trotando, me vieran ahora con movimientos que no me pertenecían. Después lo asimilé, y caí en la cuenta que me volteaban a ver no era por mí (arruinaron mi ego), ni por mi estado, sino por la calidez que Sofía desprendía, una aura dorada que la iluminaba y compartía eso con quien le miraba. Se sentaba en una de las bancas, a mi lado, miraba hacía todos lados, aspiraba no sólo el aire, sino toda la vida que había en cada una de las cosas que en las que posaba sus lánguidos ojos. 
Desde mi silla de ruedas, la podía ver sin que casi nadie reparara en mí, de vez en cuando volteaba hacía mí, se acercaba un poco y hablaba sobre temas sencillos, cosas que para la mayoría no tienen importancia, como el color de una mariposa, la cercanía de las aves en su regreso a tierras cálidas, cosas pequeñas, que sólo ella podía apreciar, y yo, ahora en mi nuevo estado; en esta metamorfosis forzada, en la que el proceso del huevo, la oruga, crisálida, y la mariposa era aparentemente inversa. Hasta que encontré que en realidad la total fortaleza, la verdad de mí, la encontraba en lo que no era normal, en la consecuencia de la tragedia. Después de un rato de charla, se recargaba en mi hombro, y me decía que le gustaría que pudiésemos intercambiar lo que mirábamos, así, ella vería con mis ojos, y a su vez, yo miraría con los de Sofía. 
De haber sido así, me hubiera gustado encontrar a través de sus luceros algún atisbo de ternura para mí, aunque eso, ahora que lo veo a la luz del tiempo, era muy obvio, sólo que entonces yo prefería velar eso, y percibir sólo lo que ella era para mí. Yo sabía bien, lo que ella descubriría en los míos, el fervor incondicional, la entrega absoluta, el amor que me inspiraba. 
Usualmente buscaba en alguno de los jardines que pasábamos de regreso a casa, tomar una flor, desde la más sencilla y humilde, hasta la más hermosa y soberbia rosa; la olfateaba con todas sus fuerzas, y me decía: la vida se puede percibir de muchas maneras, una de mis favoritas, es inhalando el aroma de las flores, es como si de pronto tuviera dentro de mí, todo un torbellino de cosas...¿has visto la película del Mago de Oz? Recuerdas esa frase de Dorothy, cuando va a regresar a casa: no hay lugar como el hogar, así, al aspirar ese aroma, me siento en mi hogar, a donde pertenezco, en donde debo estar. 
Luego, depositaba un beso en la flor y la colocaba con delicadeza en mi regazo, mi madre siempre nos preguntaba de donde obteníamos tales dádivas, y usábamos mentiras piadosas, para que no supiera que las hurtábamos, aunque si bien es cierto, yo sólo era cómplice.
Un día, empecé a notar algo raro en el ambiente, como diría una canción de Mecano, presagio de que algo emocionante va a pasar...pero no fue emocionante, fue más bien inesperado, Sofía no salió de su recámara como lo hacía habitualmente en las mañanas, mi madre la fue a llamar y no respondió. Nada, silencio total. 
Ella abrió la puerta y la encontró sobre su cama, con unas rosas exquisitas en su mesita de noche, le habló, la movió, pero no hubo respuesta. Le llamó a mi padre, y tomo la decisión de hablarle al médico de la familia, y el dictamen fue que Sofía falleció durante el sueño, me acerqué y la vi ahí, inmóvil, serena, con sus bellas flores. 
No supe más, no quise saber más.
En unos días está a punto de salir mi primer libro de cuentos, dedico mis letras a ella.
Querida Sofía.
La muerte no es mala, si huele a flores


Si huele a ti.