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viernes, 24 de junio de 2011

DESTEÑIDA

Hoy me siento un tanto desteñida. Creo que a cada uno de nosotros nos identifica un color en particular, puede ser que dependa de la situación, de la emoción, del lugar, pero hoy estoy desteñida. 
He sido muchos colores, incluso he tenido la ausencia misma del color, es decir he sido negro, así como alguna vez he sido también blanco. Pero precisamente hoy soy algo que es opaco, no puedo definirlo. 
Las letras se convierten en mi último escape ante un vórtice que me sume en él, y me consume a la vez. Recuerdo que cuando yo era muy joven, tenía entre 3 o 4 años, veía en la pequeña televisión que teníamos en casa noticias, las daba un señor con un apellido extranjero, el cual tiempo después supé que era de ascendencia judía. 
Las noticias que veía eran sobre Muhamar al Gadafi en Líbano, Noriega en Panáma, los niños desnutridos de Biafra, y recuerdo algo que nombraban Sendero Luminoso en el Perú (lo tengo tan presente), luego un señor que nombraban el Ayatola y sus líos con el Sha, cuando este vivía desterrado, eso era lo que yo conocía aunque no lo entendiera; todo esto era a blanco y negro, o tonos neutros, porque la televisión así lo brindaba. 
No entendía mucho de las novedades en la televisión, pero las tengo tan grabadas como si las hubiera visto ayer, aunque en imágenes decoloradas, en ese momento yo era quien les daba color, vivacidad, aun a cosas que no eran agradables, y allí estaba una ¨mexicanita¨de unos cuantos años, mirando a través de una ventana sin color a un mundo tan grande y vasto.
Cuando era un poco más grande, es decir tenía quizá unos cinco años adoraba ver películas también desteñidas, pero llenas de malos efectos especiales, mis preferidas eran las de vampiros en la versión latina o mexicana y eran protagonizadas por Germán Robles, bueno la verdad es que esas ¨pelis¨ fueron hechas algo más de veinte años antes de que yo naciera, y aun así me aterraba ver al medio día de los viernes, los hilos que movían los murciélagos de plástico del más corriente, los ojos rabiosos del vampiro en búsqueda del lozano cuello de la damicela en peligro. El caso es que creo que son sólo dos largometrajes, y para mí eran toda una hazaña verlas una y otra vez, como si fuese un descubrimiento en cada ocasión. Y todo eso, insisto, en colores sin color.
Lo curioso de todo esto, es que no entiendo como es posible tener todo ese montón de cosas, si no los viví, los ví a través de una vidriera que era opaca. Y yo le daba tonalidad. 
Hoy deseo volver a tener color.

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