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jueves, 6 de octubre de 2011

CONFESIÓN



Ya resta poco tiempo, 
no sé si haya mucho o nada que decir.
Por qué al nacer, 
Dios no nos provee de un manual, 
sí no con instrucciones precisas 
cuando menos con algún norte, 
de lo que habremos de hacer en tal o cual circunstancia.
No he sido una buena persona, 
me acuso de ser intolerante, 
intratable, de engañar, 
de burlar la ingenuidad ajena; 
de utilizar artimañas cobardemente, 
de convertirme en innumerables ocasiones 
en una aparente marioneta 
sin voluntad ante hechos fortuitos 
que me resultaron en demasía satisfactorios.
Yo confieso. 
Confieso que conozco el infierno, 
que lo he visitado varias veces 
y que lo he disfrutado en exceso; 
que he desviado la mirada 
cuando no me era conveniente; 
que jamás entendí el sentido de la honestidad.
Siempre fue más sencillo simular que ser consciente. 
Jugué, traicione para satisfacer mi ego, 
que ha sido muy grande en toda mi vida.
Ahora mismo, ya no hay tiempo, 
 me resta confesar lo ruin que he sido.
Sólo esperar la detonación en mi frente. 
El frío cañón que no miente. 
No se trata de un verdugo. 
Se llama justicia.

1 comentario:

  1. Ojalá todos estuvieramos equipados con un manual, pero somos el producto de lo que la vida nos enseña, has visitado el infierno no por elección, si no porque alguien te guió hasta el...

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