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sábado, 19 de febrero de 2011

IV

Extraño la voz 
que dejo de ser 
antes de regresar;
aquel susurro 
que se evaporó 
y se confundió 
con el polvo
del temible desierto.


Extraño lo que 
jamás he tenido,
de tanto extrañar 
se me desgastan
las ganas, los deseos, 
de tanto imaginar, 
se me hacen grandes
las ojeras: negras 
y hundidas, porque...


Mis mejores sueños, 
se han convertido 
en mis peores pesadillas: 
machacan mi corazón; 
lo que fue color durazno
se ha tornado gris: 
oscuro indiferente.


Deseo despertar 
de lo que me mantiene 
sumida en la 
absoluta ausencia.
Una no presencia 
que no me deja;
la rueca que me
ha pinchado;
la manzana envenenada,
que me tiene en el sueño.
En el sueño de la muerte.

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