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sábado, 29 de enero de 2011

Palabras, tristes palabras

No sé como exorcizar el dolor;
desconozco como recubrir
mi cuerpo, como soltar
aquello que se me desgarra.
Soy tan pequeña: 
un minúsculo grano de arena. 


Leo lo que no debo y siento:
que me hiere lo que es, 
aunque he rogado
tanto por ello, para que seas
feliz, ahora que lo eres
no sé si en algún sitio hay 
algo para mí, algo que me 
indique lo que se siente vivir.


No soy mala, nunca lo he sido,
y creo que ni esforzándome
lo podría ser, hay dolores
que no matan, pero que despedazan
la razón, la emoción, el sentimiento,
la esperanza, la fe; así es mi aflicción.


Heridas que no sangran, pero que
me desbaratan el alma, los sueños:
no sé en que creer. 
No sé en que creer.


He rogado tanto por ello, que ahora
que lo tienes, lloro; lloro porque 
no soy yo, ni he sido, ni seré jamás 
quien este junto a ti.
No lloro por egoísmo o por envidia.
No; es porque por fin mis oraciones
han sido escuchadas.


Esa sonrisa no me pertenece, 
esos sueños nunca fueron para mí, 
derramo lágrimas, lamentos incomprensibles.
No se trata de estar o no estar preparado, 
se trata de amar: amar a un imposible.


Quien ruega por otros, por si mismo
pide, ¿dónde hay algo para mí?
Mi callada agonía por tu felicidad,
me parece una justa permuta.
Aun cuando nada esta destinado a ser,
haré lo único digno que me queda por hacer.


Lo lamentable no es que un sueño no se cumpla, sino no tener un sueño que cumplir.

1 comentario:

  1. Cuando se llega a esta fase, uno se pregunta si la suplica que hicimos estaba bien? tal vez no fue entendida... Tu pediste que fuera feliz y ahora lo es

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