Desnudas las palabras,
deshojas con la mirada.
La inocente esdrújula
se convierte en grave
porque desconoce su
identidad, se pierde
en los lexemas sin el
gramema que le brinde
personalidad, siendo
que los gerundios no
son más que supuestos.
Permanecen condicionadas,
desprovistas de los adverbios
que se vuelven crueles
tiranos en tus labios mojados.
Entonces se vuelca la
razón, el corazón,
el alma misma en las
letras, esperando lo que
se desea, lo que el anden
del tiempo te ha prometido
en sus grafemas sufragáneos
de la mirada que deshoja
cada una de las páginas
que componen la esperanza.
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