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martes, 1 de marzo de 2011

VII

Quiero creer, deseo confiar.
Sin embargo sé que
las  hadas no son reales;
que los duendes que te conducen
a tu más preciado tesoro
son producto de la fantasía
de quienes necesitamos
motivos para sobrevivir.


Las calabazas que se convierten
en carrozas, son lindas
si eres una criatura,
pero cuando creces,
no hay ratoncitos
que te ayuden con tus diarios
quehaceres, no existen
aquellas tres, que se nombraban
Flora, Fauna y Primavera; y
que a pesar del funesto
hechizo de la bruja malvada,
te proveen de la salvación
ante el terrible sortilegio.


Quiero confiar, deseo creer.
Suplico que mis palabras
y mi voz  no sean sólo un murmullo
que expira de a poco a cada instante;
demuéstrame que  no todo lo hermoso,
es producto de la imaginación,
y que las estrellas fugaces
si cumplen deseos.

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